Atrás quedaron el dolor del tobillo que tenía, el chicoteo de la lluvia y la fría noche. Súbitamente me veo caminando en medio de un coro rebelde:  

¡Fuera mierda! (fuera keiko)

Cuando llegué al wakaypata (plaza principal del Cusco) la marcha ya había comenzado, el cúmulo de gente pasaba arengando frente a la gran catedral; sin dudarlo corrí a unirme: hoy no era un día cualquiera, hoy era el inicio de una larga lucha que quedaría grabada en la memoria de los olvidados.

...

¡Dictadura nunca más! 

¡Dictadura nunca más!

¡Dictadura nunca más!

Más gente se unía a cada paso, a cada grito que dábamos. La vuelta a la plaza culminó y la muchedumbre conciente avanzó por la avenida El Sol. Mucha gente aplaudía, como dando energías a sus hijos para que vayan animosos a la lucha.

¡Asesina!

¡Asesina!

¡Asesina!

Av. el sol 

¿Cómo olvidar a los estudiantes de la Cantuta y Barrios Altos? Cuando llegamos hasta una intersección casi al final de la avenida para tomar una ruta que nos conduciría a la plazoleta Santiago (lugar del mitin de keiko). Los policías se pusieron bravucones y nos hicieron regresar; sin embargo en un descuido por la calle almagro pudimos desviar el camino. Corrimos para que la policía no nos alcance, pero un grupo quedó atrás (nos dividimos en dos grupos) nosotros, que logramos pasar, avanzamos raudos por la calle Quera, siempre gritando, siempre arengando:

¡Dictadura nunca más!

¡Dictadura nunca más!

¡Dictadura nunca más¡

Atravesamos Calle Nueva a paso firme hasta llegar al Puente Santiago, para luego realizar nuestro ingreso triunfal por la Calle Tambopata. Muchas personas aplaudieron nuestro entrada a la Plazoleta Santiago que estaba plagada por un grupo de fujimoristas y muchos curiosos que disfrutaban a medias la presentación de un grupo musical de cumbia norteña. 

Los policías cercaron a los fujimoristas como un cordón protector, para que no se desatara una batalla campal. Seguimos gritando a voz en cuello y esta vez saltando: estudiantes de colegios, universitarios, trabajadores estatales, y del sector privado, ambulantes, etc. todos juntos a una sola a voz:

¡Fujimori nunca más!

¡Fujimori nunca más!

¡Fujimori nunca más!

Éramos pocos, atrás había quedado el grupo mayoritario, replegado por la policía del escuadrón verde. Trascurrió una media hora, mientras nuestra angustia crecía, algunos matones fujimoristas comenzaban a agredirnos; cuando de pronto, como una estrella hermosa de la noche del ande peruano apareció, el otro grupo: gritamos entusiasmados y con mucha más fuerza para invadir aquella plaza.


llegada triunfal a la plazoleta santiago del grupo mayoritario

 A puro valor entramos al medio (la plazoleta quedó dividida por un muro de policías: por el otro lado los fujimoristas y de este lado la juventud consciente y combativa:

¡La Cantuta no se olvida!

¡La Cantuta lo se olvida!

¡La Cantuta no se olvida!

la plazoleta quedó dividida por una muralla de policías


la muralla de policías protege a los fujimoristas 

Empezaron a llover huevos y botellas de plástico, ni bien apareció Keiko. La muchedumbre fue invadida por la adrenalina y la indignación y las fuerzas que pensábamos agotadas estallaron y se multiplicaron con tan sol ver en vivo a la representante de la dictadura de los 90. Quisimos avanzar aún más, sin embargo la muralla de policías no lo permitía, los huevos seguían lloviendo. Pasaron unos 10 minutos de la presentación de Keiko cuando decidió retirarse, pensando tal vez que en un descuido, un huevo podría aterrizar en su rostro asiático.

¡Cusco se respeta!

¡Cusco se respeta!

¡Cusco se respeta!

Gritamos triunfantes y saltamos enarbolados sobre la plazoleta que había sido casi completamente invadida por nosotros los manifestantes. La noche había sido más oscura de lo normal y la lluvia empezó a caer. El estrado había quedado vacío y habían unos cuantos militantes del fujimoismo que lo defendían detrás del muro de policías.


salida triunfal de la plazoleta santiago


… Que se pongan de pie las naciones

que disparen su canto de estrellas

y que el mundo te rinda homenaje

inclinando en tu honor su pendón.

Muy avivados y sintiéndonos ganadores salimos de aquel lugar mágico que había llenado de honor a nuestra ciudad, cantando el himno de Cusco y el himno nacional para llenarnos de valor y orgullo.

¡Somos libres! ¡seámoslo siempre!...


en el wakaypata se cantó el himno al cusco

Cuando llegamos de regreso al wakaypata mojados y con las gargantas adoloridas, después de cantar nuevamente el himno al Cusco, salimos aun más entusiasmados hacia el hotel donde se refugiaba keiko. Caminamos nuevamente por la Avenida El Sol hasta llegar al hotel que estaba custodiado por los policías, eso no fue impedimento para gritar y hacer sentirle el rechazo a la dictadura.

¡Ahí adentro se esconde una asesina!

¡Ahí adentro se esconde una asesina!

¡Ahí adentro se esconde una asesina!

frente al hotel donde se REFUGIÓ keiko 


llegada de la represión y DESENLACE 

Pasó una media hora cuando como por una orden venida desde el propio infierno los policías comenzaron a arremeter contra nosotros, la resistencia duro poco, ya habíamos hecho mucho esta noche del jueves y corrimos para resguardarnos, no recuerdo por qué callejón escapé, habían muchos policías siguiéndonos, corríamos alegres sin miedo a ser alcanzados incluso por alguna bomba, porque sabíamos que hoy era un día histórico… el inicio de una larga lucha.