Tevés, en el 2004 se encontraba frente al arco de Oscar Ibañez. Era Setiembre, y todo el Cusco estuvo pendiente del partido de Boca – Cienciano, disputándose la Recopa Sudamericana. Tévez aquella noche había sido figura, por algo tenía en la espalda el número diez. El partido terminó empatado a uno; la definición por penales, llenaba de emoción, de susto.

Después de dar algunos pasos hacia atrás se figuró y pateó hacia el arco de un Oscar Ibáñez crecido e impasable que atajó el penal. Después del lanzamiento de los penales quedamos 2 a 4. Cienciano se convertía en el primer equipo peruano en ganar la copa Sudamericana y la Recopa.  

Téves, el héroe del pueblo, a diferencia de James (un niño mimado, después del partido de ayer, no sé cómo fichó por el Real Madrid), es un jugador que se inició en los lugares populares (Fuerte Apache), un joven que soñó ser algún día como su ídolo: Riquelme, la estrella de Boca; lo dice una foto de él con el mismo Riquelme, cuando Tevés era apenas un alcanzabolas. Desde esos tiempos, hasta hoy, jugador de la Juventus, subcampeón de la champions league, sigue siendo el mismo, el héroe del pueblo, el héroe circunspecto.

Ayer lo demostró, a pesar de soportar las actitudes bisoñas de la pulga y su círculo, supo definir con frialdad el último penal, que le regaló una enorme alegría a toda la Argentina; una forma de reclamar su lugar, de decirle a todo su país: que con él (Tevés) la historia del mundial último hubiera sido distinto.