Cuando en las elecciones de abril de 1990 Vargas Llosa y el “chino” llegaron a segunda vuelta, nadie podía creerlo. Los artífices de la austera campaña de un migrante japonés no era tan ingeniosa como se cree, pues recibieron el apoyo oscuro de Alan García, presidente de la republica en aquel entonces. Puesto que Alan dispuso que el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) prestará sus servicios a favor del chino. Uno de los motivos fue que el cambiante Vargas Llosa (que ya simpatizaba con la derecha liberal) había criticado la propuesta de Alan de estatizar la Banca. Alan, Ni siquiera quiso apoyar a su candidato que iba por el APRA, Luis Alva Castro.

García fue el artífice de las artimañas del chino, en el debate televisivo antes de la segunda vuelta de las elecciones de 1990. Incluso se tenía preparado un plan B, por si el chino quedaba mal parado. Sin embargo el chino supo llevar adelante el debate siendo descortés con el mundialmente conocido escritor, llamándole Señor Vargas y no doctor Vargas como se le solía llamar; en segundo lugar le hizo recordar su incursión en la mariguana que el propio vargas había confesado, y con un rechazo contundente al shock económico, el chino quedo con un 37% de la opinión publica a su favor frente a un 48 % que decía que Vargas Llosa había ganado.

Una semana antes de aquel debate, Edwin Díaz, por aquel entonces jefe del SIN trató de tener una reunión con Alan para proponerle, temiendo una humillación publica del chino ante Vargas Llosa, evitar el debate televisivo realizando un corte de energía eléctrica. Pero Alan dijo: “ se podría. Pero no sé hará. Vete y dile al chino que si quiere ser presidente del Perú, necesita huevos”. El día del debate al chino no le fue nada mal. Y en las elecciones de segunda vuelta llevada a cabo el 10 de Junio de 1990 se convertiría en el presidente de este fastuoso país llamado Perú.

Por eso no nos debe extrañar, que estos días, en la escena política alanistas y fujimoristas aparezcan nuevamente juntos, como dos bandas que se unen para destruir y reprender a los humalistas, que cada día van de mal en peor.